La reciente exigencia sin precedentes de las Naciones Unidas sobre medidas específicas en el rancho de Teuchitlán ha generado inquietud en Palacio Nacional. En círculos cercanos a la presidencia gana fuerza la teoría de que el descubrimiento del rancho —presuntamente operado por organizaciones criminales— podría ser una estrategia deliberada para desacreditar al Gobierno mexicano.
Inicialmente, el entorno presidencial consideró que el Cártel de Sinaloa habría alertado a colectivos de búsqueda de desaparecidos para desviar la atención del Pacífico hacia Jalisco, situación que aparentemente beneficiaba al gobernador morenista Rubén Rocha.
Sin embargo, tras la visita de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Interior de Estados Unidos, en la Fiscalía General cobró relevancia la hipótesis de que el hallazgo habría sido orquestado por la DEA. Esta agencia ha mantenido relaciones complicadas tanto con la administración Biden como con Trump, y en México parece estar siendo desplazada progresivamente por la CIA.
Esta interpretación se refuerza por dos circunstancias particulares: la ausencia actual de rastros de ADN en prendas y pertenencias de supuestas víctimas en el rancho, y la conocida influencia que ejercería la DEA sobre ciertas políticas de la ONU impulsadas durante la gestión de António Guterres.
La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), con sede en Viena, frecuentemente alinea su discurso con el de la agencia antidrogas estadounidense.
En el ámbito interno también surgen tensiones. En recientes reuniones de seguridad se ha cuestionado el papel del general Audomaro Martínez Zapata, exdirector del Centro Nacional de Inteligencia, quien ahora pasa considerable tiempo en Miami. En círculos oficialistas circula que Martínez Zapata conocía la existencia del rancho de Teuchitlán desde febrero de 2024.
Esta cronología explicaría parcialmente la intervención de la ONU, cuyo organismo enfatiza la importancia de asegurar el rancho que, de confirmarse el conocimiento previo del CNI, habría quedado vulnerable a posibles alteraciones durante casi un año.